![]() |
(Fotografía por Beatriz Suárez) |
Así es Ángela, Angelita Ramos. Su vida es parte de esa historia que algunos conocen sólo como anecdotario: la bohemia literaria y las lides diarias desde las páginas de los periódicos hechos con plomo fundido. Hace poco la Municipalidad de Lima le impuso la medalla Cívica de la Ciudad y una promoción de estudiantes de periodismo se hizo de su hombre y apellido. Angela, Angelita Ramos. Tiene a su lado izquierda una ruma de periódicos y revistas garrapateados con correcciones y subrayados. A su diestra: libros y libros. Debajo, una cajita de tecnopor a la que llama: "mi caja de Pandora", donde guarda los originales de sus artículos y poemas. Dominan su sala, también, un retrato suyo pintado al óleo por su amigo José Sabogal, y un dibujo al carbón de Sérvulo Gutiérrez, otro compañero. Sorprenden su lucidez y su memoria, más aún en una periodista que el próximo junio cumplirá noventa. "Noventa años de una vida de la que no reniego", afirma, con voz ronca y clara. Muy clara.