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(Fotografía de Diana Benites Bernuy) |
La poesía de Oscar Ramirez viene de antiguo, pese a la juventud física de su creador. Como los cuentos de héroes y aventureros con que soñamos los viejos cuando niños, que nos marcan al encendido fuego de su vida de frenesí y arrojo, de éxitos y derrotas, y que nos acompañan siempre cuando emprendemos la nuestra. Su poesía es, primero, una ordenada arquitectura dedicada al menos racional de los sentidos: el del corazón. Furioso incendio que lo envuelve, vorágine de la selva en su espesura, lluvia que crepita y todo lo renueva al tiempo que lo ahoga, Ramirez intenta dar un apasionado concierto a este cúmulo de sensaciones y escapes a la realidad que es el sentimiento motor.
Héctor Ñaupari
La poesía de Oscar Ramirez es un viaje perfecto, un vagar de versos, y palabras, por desnudas praderas sin llegar al simplismo de lo que se ha venido escribiendo en muchos de los poetas de su generación.
Las palabras están en el campo, ahora les toca a los lectores el deber de la cosecha.
Julio Arguedas
Arquitectura de un día común (2009)
Cuarto Vecino (2010)
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