no puedo decir que eres la más dulce o las más bella
/ de la tierra
o que tus manos vuelan como pájaros herido en el
/ alba
pero sí que eres para mi como la última batalla
/ perdida de la iglesia
como el primer resplandor maravilloso del otoño
como el mejor ciruelo caído en los atardeceres del
/ camino
como esa postal inédita escondida por la abuela
entre las hojas apacibles del invierno
no puedo decir que tus sueños o desvelos nada
/ significan
frente a todas las avaricias y adversidades manchadas
/ del planeta
pero sí que sigues trabajando como antes en la
/ cocina
sin levantar la cabeza o tus musitadas esperanzas
/ podridas en la arena
en estas circunstancias cómo decir que eres la más
/ dulce
o la más bella de la tierra
o que tus manos vienen como pájaros heridos en el
/ alba
no por cierto para recitar otra vez
las eternas mentiras de un poema aprendido en el
/ colegio
o hacer un álbum lleno de luceros y hortalizas
y entregártelo en la mañana
como un corazón de oro atravesando con infamias
o emborracharse (como una luna llena por los
/ bosques)
(después de darte un beso en la mejilla)
con los amigos en la tarde
al pie de un árbol sepultado por la nieve tenaz de las
/ estrellas
o bailar como un tonto en los salones pálidos y
/sucios de la burocracias
o invitar a los parientes nietos tíos y sobrinos
para que te digan que eres la más dulces o la más bella
/ de la tierra
y que tus manos vienen como pájaros heridos en el
/ alba
y después la fotografía al pajarito la cervecita helada
y al cabo de diez o veinte años de casada como hoy
/ en las mareas
y en tu vieja mecedora al pie de tu puerta apolillada
decir orgullosa "allí estoy"
como si nada hubiese transcurrido
*Extraído de: "Madre", Juan Cristóbal, Horas de Lucha, págs. 15-16. (JP Editores, 1950)
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