Para el glauco fanal de tu mirada,
para tu tez de rosa tempranera
y el pintor de tu blonda caballera,
plugo al cielo donar una alborada.
Para tu voz, eglógica aura alada
de la más jubilosa primavera;
para tu talle, eurítmia de palmera;
por tu regia prestancia realzada.
Para tus manos tersas y bonitas
el color de las albas margaritas
que cobran su prestigio en tu blasón.
Y para tus pisadas virginales,
un tapiz de emotivos madrigales
que tejí en el telar del corazón.
*Extraído de: "Latido y rumor de frondas" - Carlos H. Berríos (1974).
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