Mi madre debió llamarme
Soledad.
Nombre inmenso como el cielo;
nombre amargo como el mar...
Soledad.
Soledad, porque mi boca se ha olvidado de besar;
porque las rosas se musitan
sin abrirse en mi rosal,
mi madre debió llamarme
Soledad.
Un ángel negro, a mi vera,
siembra mis huertos de sal.
Jazmín que mi mano toca
no reflorece jamás.
Mi madre debió llamarme
Soledad.
Me llaman con otro nombre
que suena a plata y cristal.
Me llaman, más no respondo;
pues, en mi lírico afán.
yo sé que debí llamarme
Soledad.
Soledad de noche oscura
que presagia tempestad.
Soledad de campo raso
sin un árbol ni un cantar.
Soledad de lo infinito:
soledad de cielo y mar.
Soledad como la mía.
¡Soledad!
*Extraído de: "Poetas de la Libertad"- Cuadernos Trimestrales de Poesía (1992).
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