A Federico Esquerre
¿Existirá una dulce rada
dónde soñar y dónde amar?
¿Será tranquila y encantada,
y azul, azul, como es el mar?
¿Habrá en su fondo arena fina.
alga sedosa, paz letal?
¿La cruzará el ala marina
como un símbolo augural?
¡Oh, rada quieta y escondida.
refugio de serenidad!
¡Cómo alcanzara al fin mi vida
tu lecho azul de eternidad!
¡En busca tuya va mi prora
por toda costa y todo mar;
en busca tuya, con la aurora
de una esperanza y un cantar!
En busca tuya va mi quilla,
presa de un loco afán tenaz...
¡Rocas falaces a una orilla.
negro horizonte más atrás!
¿Qué mar remoto no he cruzado?
¿Qué ruta queda por seguir?
¿Qué costa de oro no he abordado,
Pafos, Citeres, Cuba, Ophir?...
¡Decidle, albatros, si es que existe
a mi angustiado mascarón!
¡Guiadle, hermano sabio y triste,
y tú también, viejo tritón!
¡Guiadnos ambos a la rada
donde se pueda al fin soñar!
¡Rada tranquila y encantada,
y azul, azul, como es el mar!
*Extraído de: " El Libro de la Nave Dorada"- Alcides Spelucín (1926).
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Relacionado:
Carta de César Vallejo a Alcides Spelucín, ante la aparición de "El Libro de la Nave Dorada"
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