Segunda parte del cuento- comedia.
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SEGUNDO
CUADRO
(Sala
grande en el templo. A la derecha, sobre una pequeña plataforma, la imagen del
dios Kon, de cuerpo entero y tamaño natural).-
(Bajo
el altar, un sacerdote de rodillas ora en silencio. El Chimú Capac conversa con
el Gran Sacerdote)
Ch.C.- Es asombroso
cuanto me cuentas, sacerdote. Jamás pensé que ese hombre de allá arriba fuese
capaz de vencer a los nuestros.
G.S.- En realidad,
señor, parece que el huaquero tiene mucha práctica en el manejo e esa
herramienta metálica que él llama palana. Como buen agricultor y huaquero que
es, no se ha dejado aventajar por los demás pretendientes. Estos por otra
parte, cavaban día y noche con sus rudimentarias palas de madera y se
alumbraban con hachones de luz indecisa, en tanto que el hombre de allá arriba
utilizaba su lampa metálica y la buena luz de esa que él llama linterna. Así
pudo ganar la primera prueba.
Ch.C.- ¿Dices que la
bóveda que él ha construido es perfecta?
G.S.- Difícil construir
algo mejor. Vamos, señor, para que con tus propios ojos veas y rubriques el
fallo que hemos dado, favorable al huaquero.
Ch.C.- Bien, vamos.
G.S.- (Al sacerdote que
arrodillado, ora).- Quindén , dentro de unos instantes se iniciará en este
templo la segunda prueba. Todo debe estar expedito para entonces. (El sacerdote
se incorpora, hace una reverencia y calla. Chimú-Cápac y el Gran Sacerdote se
retiran por la puerta lateral derecho.- Pausa.- Luego, Yonán aparece por
lateral izquierdo).-
Yonán.- Veo que el
templo luce hermoso y alegre para la gran prueba.
Sacerdote.- Sí, tierna
princesa, como luce radiante de alegría tu rostro.
Yonán.- No puede ser de
otra manera, ¡oh, sacerdote! Por vez primera se ha encendido en mi pecho la
dulce llama del amor.
Sacerdote.- ¿A quién de
tus pretendientes amas, bella Yonán?
Yonán.- Al hombre de
allá arriba…
Sac.- (Con sorpresa).- ¿Es
posible? ¡El huaqueo es dueño de tu pensamiento! ¡Oh!, no, princesa. Ese hombre
debe morir…
Yonán.- No digas eso,
sacerdote. El apuesto huaquero acaba de ganar la primera prueba y mi pecho
reboza felicidad. Vengo a implorar al dios Kon piedad para el huaquero.
Sacerdote.- Hágase la
voluntad de Kon. El decidirá esta mañana.
(Yonán
se postra ante el ídolo, en actitud de orar).- (El sacerdote, en silencio,
sacude la cabeza en actitud de lamentarse, y arregla algunos objetos del
templo).
Yonán.- ¡Oh!, magnánimo
dios Kon, señor del mar, del cielo y de la tierra, ayuda al hombre de allá
arriba que lucha no sólo por mi corazón, sino también por su preciosa vida.
(Entra el Chimú-Cápac,
seguido de Gran Sacerdote y otros personajes de la Corte).
Ch. C.- Ya está aquí mi
amada hija mía. ¡Ah! Hoy es día de gran fiesta y alegría.
Yonán.- (Incorporándose)
(Besa el manto de su padre).- Sí, señor y padre mío. Y si he de ser sincera
debo decirte que me siento dichosa por el triunfo del Huaquero.
Ch. C.- No mando en tu
corazón, Yonán. El dios Kon decidirá la suerte de tu vida y la de ese hombre,
hija mía. He de reconocer, sí, que es hábil y fuerte. Ha vencida a los demás y
la cueva que ha construido es impecable.
G. S.- Señor, avanza la
mañana y el sol sube ya el firmamento. ¿No crees conveniente que empiece la
ceremonia?
Ch. C.- Sí, que
empiece. Cada cual ocupe su lugar en el templo. Que pasan los pretendientes y
también el hombre de allá arriba; más que sea resguardado y con pies y manos
muy atados, no sea que intente una diablura.
(Los
cortesanos ocupan sus lugares, de rodillas sobre el piso del templo; el Chimú
Cápac siéntase en su trono de oro. A su derecha el Gran Sacerdote; a su
izquierda, Yonpan).
G.S.- Los pretendientes
deben entrar al templo del dios Kon.
(Por
lateral derecho entran los tres pretendientes; después hace lo mismo el
huaquero, atado de pies manos,
conduciendo en al derecha el maletín que contiene la radio portátil. Un soldado
le resguarda).-
G.S.- (Dirigiéndose al ídolo).- ¡Oh!, Kon, dios de
dioses. Aquí estamos en tu templo, por voluntad del Gran Chimú, para que ante
ti comparezcan los pretendientes de la bella princesa Yonán. Aquel que sea de
tu agrado sea ungido por ti. Señala al feliz mortal que deberá casarse con
Yonán y heredar el imperio subterráneo del dios Kon.
Ch. C.- Hágase la voluntad del dios Kon.
G.S.- Pretendiente Morropón, puedes comparecer ante
nuestro dios.
(El
pretendiente se adelanta hacia el ídolo y se postra ante él; ora en silencio,
clama con amos brazo abiertos en cruz, El ídolo impasible).
G. Chimú.- La gracia no
es contigo, Morropón. El dios Kon no habla ni mueve un solo dedo.
(El
pretendiente hace una reverencia a Kon otra al Chimú Cápac, y se retira a si
sitio).
(El
segundo pretendiente avanza hacia el ídolo, y repite la operación que había
ejecutado el Pretendiente primero)
Ch. C.- Tampoco
desciende la gracia sobre ti, desafortunado Ucupe. El dios Kon ni siquiera
pestañea.
(El segundo
pretendiente se retira, en igual forma que el anterior.- El pretendiente III se
adelanta hacia Kon, y repite las acciones de los predecesores).-
Ch.C.- ¡Oh!, poderoso
Kon, tampoco eres afecto al valiente cacique Yoc. Ni siquiera mueves una oreja.
(El
pretendiente se retira en igual forma que los anteriores).-
G.S.- Ahora toca el
turno al hombre de allá arriba. (Expectativa general.- Yonán muestra gran
agitación).-
Yonán.- Ha llegado el
gran momento.
Huaq.- Si este bendito
ídolo no habla, no mueve una oreja ni pestañea, estoy perdiendo (con la mano
hace señal de degüello).-
Ch. C.- Te juegas la
vida, huaquerillo.
Yonán.- Ayúdele poderoso
Kon. Mil ofrendas te prometo si te pronuncias a favor del huaquero.
Huaq.- Calculo que debe
faltar muy poco minutos para las 8 de la mañana. ¡Es tan difícil calcular la
hora n este mundo subterráneo! Si mi reloj metal no está equivocado, creo que
haré hablar al dios Kon. (Todo, para sí).
Ch. C.- ¿Qué espera el
huaquero que no comparece ante el dios Kon?
G. S.- Adelántese el
hombre de allá arriba hacia el altar, e implore la gracia al dios Kon.
Yonán.- (Para sí).-
Ayúdale, ayúdale, poderoso Kon.
(El huaquero avanza
lentamente hacia el ídolo, por cuanto sus amarras le impiden andar con
desenfado; siempre en la mano diestra lleva el maletín).-
G.S.- (Con
curiosidad),- ¿Se puede saber qué es aquello que conduces al altar?
Huaq.- Nada que valga
la pena, señor. Es un simple maletín con mi ropa que nunca desamparo, por que
los centinelas de la cárcel acostumbran hurgar lo que me pertenece.
(El Sacerdote se encoge
de hombros y dice:)
G. S. –Bien, implora al
poderoso Kon, que el tiempo apremia.
Huaqe.- (en voz baja
para sí),- Sí, sí. Y creo que ya son las 8 de la mañana.
G. S.- ¿Qué murmuras,
huaquero?
Huaq.- Una oración al
poderoso Kon.
(El
huaqueo se postra ante el ídolo, abre el estuche saca la radio portátil,
sintoniza una onda y, en actitud de orar, espera)
La voz de la radio. “Con
ustedes el Repórtes Esso el primero con las últimas.”
(Movimiento general de
sorpresa, El Chimú Cápac se pone de pie)
Ch. C.- ¿De dónde sale
esa voz?
G.S.-
(temeroso).-Silencio el dios Kon habla.
La voz de la radio.-“El
Repórter Esso… El Repórtes Esso… El Repóres Esso”…
(El
huaqueo apaga la radio. Dos los demás caen de rodillas, llenos de terror.- El
Gran Sacerdote hace grande reverencias).-
G.S.- El dios Kon ha
hablado. El dios Kon ha hablado.
Yonán.- Gracias, señor.
Huaq.- (Se pone de pie,
y extendiendo sus brazos atando con cuerdas, dice solamente:).- Sí señores el
dios Kon ha hablado: que le corten eso, que le corten eso…
G.S.- Sí, eso ha dicho:
que le corten eso.
Ch. C.- (Se pone de pie
y dice con imperio).- Hágase la voluntad del dios Kon.
Soldados, cortad las
ligaduras del hombre de allá arriba. Ponedle en libertad…
(Los soldados corren y
cortan las ligaduras del huaquero. Este, altivo, mira a Yonán. Ella sonríe).
Yonán.- Gracias. Gracias,
poderos Kon…
(TELÓN)
*Extraído de: "Chan Chan en la poesía"- Alberto Pinillos R. (1994).
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