23 may 2014

"El Huaquero y la Princesa" (Segunda Parte) de Horacio Alva Herrera


Segunda parte del cuento- comedia.
Click aquí para leer la parte primera.

SEGUNDO CUADRO

(Sala grande en el templo. A la derecha, sobre una pequeña plataforma, la imagen del dios Kon, de cuerpo entero y tamaño natural).-

(Bajo el altar, un sacerdote de rodillas ora en silencio. El Chimú Capac conversa con el Gran Sacerdote)



Ch.C.- Es asombroso cuanto me cuentas, sacerdote. Jamás pensé que ese hombre de allá arriba fuese capaz de vencer a los nuestros.

G.S.- En realidad, señor, parece que el huaquero tiene mucha práctica en el manejo e esa herramienta metálica que él llama palana. Como buen agricultor y huaquero que es, no se ha dejado aventajar por los demás pretendientes. Estos por otra parte, cavaban día y noche con sus rudimentarias palas de madera y se alumbraban con hachones de luz indecisa, en tanto que el hombre de allá arriba utilizaba su lampa metálica y la buena luz de esa que él llama linterna. Así pudo ganar la primera prueba.

Ch.C.- ¿Dices que la bóveda que él ha construido es perfecta?

G.S.- Difícil construir algo mejor. Vamos, señor, para que con tus propios ojos veas y rubriques el fallo que hemos dado, favorable al huaquero.

Ch.C.- Bien, vamos.

G.S.- (Al sacerdote que arrodillado, ora).- Quindén , dentro de unos instantes se iniciará en este templo la segunda prueba. Todo debe estar expedito para entonces. (El sacerdote se incorpora, hace una reverencia y calla. Chimú-Cápac y el Gran Sacerdote se retiran por la puerta lateral derecho.- Pausa.- Luego, Yonán aparece por lateral izquierdo).-


Yonán.- Veo que el templo luce hermoso y alegre para la gran prueba.

Sacerdote.- Sí, tierna princesa, como luce radiante de alegría tu rostro.

Yonán.- No puede ser de otra manera, ¡oh, sacerdote! Por vez primera se ha encendido en mi pecho la dulce llama del amor.

Sacerdote.- ¿A quién de tus pretendientes amas, bella Yonán?

Yonán.- Al hombre de allá arriba…

Sac.- (Con sorpresa).- ¿Es posible? ¡El huaqueo es dueño de tu pensamiento! ¡Oh!, no, princesa. Ese hombre debe morir…

Yonán.- No digas eso, sacerdote. El apuesto huaquero acaba de ganar la primera prueba y mi pecho reboza felicidad. Vengo a implorar al dios Kon piedad para el huaquero.

Sacerdote.- Hágase la voluntad de Kon. El decidirá esta mañana.

(Yonán se postra ante el ídolo, en actitud de orar).- (El sacerdote, en silencio, sacude la cabeza en actitud de lamentarse, y arregla algunos objetos del templo).

Yonán.- ¡Oh!, magnánimo dios Kon, señor del mar, del cielo y de la tierra, ayuda al hombre de allá arriba que lucha no sólo por mi corazón, sino también por su preciosa vida.

(Entra el Chimú-Cápac, seguido de Gran Sacerdote y otros personajes de la Corte).

Ch. C.- Ya está aquí mi amada hija mía. ¡Ah! Hoy es día de gran fiesta y alegría.

Yonán.- (Incorporándose) (Besa el manto de su padre).- Sí, señor y padre mío. Y si he de ser sincera debo decirte que me siento dichosa por el triunfo del Huaquero.

Ch. C.- No mando en tu corazón, Yonán. El dios Kon decidirá la suerte de tu vida y la de ese hombre, hija mía. He de reconocer, sí, que es hábil y fuerte. Ha vencida a los demás y la cueva que ha construido es impecable.

G. S.- Señor, avanza la mañana y el sol sube ya el firmamento. ¿No crees conveniente que empiece la ceremonia?

Ch. C.- Sí, que empiece. Cada cual ocupe su lugar en el templo. Que pasan los pretendientes y también el hombre de allá arriba; más que sea resguardado y con pies y manos muy atados, no sea que intente una diablura.

(Los cortesanos ocupan sus lugares, de rodillas sobre el piso del templo; el Chimú Cápac siéntase en su trono de oro. A su derecha el Gran Sacerdote; a su izquierda, Yonpan).

G.S.- Los pretendientes deben entrar al templo del dios Kon.

(Por lateral derecho entran los tres pretendientes; después hace lo mismo el huaquero, atado de pies  manos, conduciendo en al derecha el maletín que contiene la radio portátil. Un soldado le resguarda).-

G.S.- (Dirigiéndose al ídolo).- ¡Oh!, Kon, dios de dioses. Aquí estamos en tu templo, por voluntad del Gran Chimú, para que ante ti comparezcan los pretendientes de la bella princesa Yonán. Aquel que sea de tu agrado sea ungido por ti. Señala al feliz mortal que deberá casarse con Yonán y heredar el imperio subterráneo del dios Kon.

Ch. C.- Hágase la voluntad del dios Kon.

G.S.- Pretendiente Morropón, puedes comparecer ante nuestro dios.

(El pretendiente se adelanta hacia el ídolo y se postra ante él; ora en silencio, clama con amos brazo abiertos en cruz, El ídolo impasible).

G. Chimú.- La gracia no es contigo, Morropón. El dios Kon no habla ni mueve un solo dedo.

(El pretendiente hace una reverencia a Kon otra al Chimú Cápac, y se retira a si sitio).

(El segundo pretendiente avanza hacia el ídolo, y repite la operación que había ejecutado el Pretendiente primero)

Ch. C.- Tampoco desciende la gracia sobre ti, desafortunado Ucupe. El dios Kon ni siquiera pestañea.
(El segundo pretendiente se retira, en igual forma que el anterior.- El pretendiente III se adelanta hacia Kon, y repite las acciones de los predecesores).-

Ch.C.- ¡Oh!, poderoso Kon, tampoco eres afecto al valiente cacique Yoc. Ni siquiera mueves una oreja.
(El pretendiente se retira en igual forma que los anteriores).-

G.S.- Ahora toca el turno al hombre de allá arriba. (Expectativa general.- Yonán muestra gran agitación).-
Yonán.- Ha llegado el gran momento.

Huaq.- Si este bendito ídolo no habla, no mueve una oreja ni pestañea, estoy perdiendo (con la mano hace señal de degüello).-

Ch. C.- Te juegas la vida, huaquerillo.

Yonán.- Ayúdele poderoso Kon. Mil ofrendas te prometo si te pronuncias a favor del huaquero.

Huaq.- Calculo que debe faltar muy poco minutos para las 8 de la mañana. ¡Es tan difícil calcular la hora n este mundo subterráneo! Si mi reloj metal no está equivocado, creo que haré hablar al dios Kon. (Todo, para sí).

Ch. C.- ¿Qué espera el huaquero que no comparece ante el dios Kon?

G. S.- Adelántese el hombre de allá arriba hacia el altar, e implore la gracia al dios Kon.

Yonán.- (Para sí).- Ayúdale, ayúdale, poderoso Kon.

(El huaquero avanza lentamente hacia el ídolo, por cuanto sus amarras le impiden andar con desenfado; siempre en la mano diestra lleva el maletín).-

G.S.- (Con curiosidad),- ¿Se puede saber qué es aquello que conduces al altar?

Huaq.- Nada que valga la pena, señor. Es un simple maletín con mi ropa que nunca desamparo, por que los centinelas de la cárcel acostumbran hurgar lo que me pertenece.

(El Sacerdote se encoge de hombros y dice:)

G. S. –Bien, implora al poderoso Kon, que el tiempo apremia.

Huaqe.- (en voz baja para sí),- Sí, sí. Y creo que ya son las 8 de la mañana.

G. S.- ¿Qué murmuras, huaquero?

Huaq.- Una oración al poderoso Kon.

(El huaqueo se postra ante el ídolo, abre el estuche saca la radio portátil, sintoniza una onda y, en actitud de orar, espera)

La voz de la radio. “Con ustedes el Repórtes Esso el primero con las últimas.”

(Movimiento general de sorpresa, El Chimú Cápac se pone de pie)

Ch. C.- ¿De dónde sale esa voz?

G.S.- (temeroso).-Silencio el dios Kon habla.

La voz de la radio.-“El Repórter Esso… El Repórtes Esso… El Repóres Esso”…

(El huaqueo apaga la radio. Dos los demás caen de rodillas, llenos de terror.- El Gran Sacerdote hace grande reverencias).-

G.S.- El dios Kon ha hablado. El dios Kon ha hablado.

Yonán.- Gracias, señor.

Huaq.- (Se pone de pie, y extendiendo sus brazos atando con cuerdas, dice solamente:).- Sí señores el dios Kon ha hablado: que le corten eso, que le corten eso…

G.S.- Sí, eso ha dicho: que le corten eso.

Ch. C.- (Se pone de pie y dice con imperio).- Hágase la voluntad del dios Kon.
Soldados, cortad las ligaduras del hombre de allá arriba. Ponedle en libertad…

(Los soldados corren y cortan las ligaduras del huaquero. Este, altivo, mira a Yonán. Ella sonríe).

Yonán.- Gracias. Gracias, poderos Kon…

(TELÓN)



*Extraído de: "Chan Chan en la poesía"- Alberto Pinillos R. (1994).

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