Acorralado en el laberinto de mis propios fantasmas.
aprisionado en el dolor de mis coléricas contiendas.
interpelo a los oráculos de mi comprometida esencia.
el porqué, si en vida todo cambia,
mi alma tiene que ser necesariamente salvaje, rebelde, solitaria
como el origen de todas las cosas,
como los niños que no tienen tiempo
o como la estoica cruz del cristo
que en su cáliz es hermano del vencido judas
y del caín que de tanta angustia no agoniza,
y urgentemente busco la cabal respuesta
del génesis ardiente y militante de un hogar cósmico.
donde tu y yo,
compañera y calendario no hallado,
nos consagremos de besos
hasta ser una sola masa
sin temor a que la tierra se rompa en pedazos
y volvamos todos al polvo del polvo en que nacimos
porque no habrá fuerza que pueda separarnos
pues hasta el propio Dios su paraíso
para saberlo suyo
lo hará de aquella masa
que es y será amor hasta el fin del amor mismo.
*Extraído de: "Confesiones fuera de almanaque"- Santiago Aguilar (1970).
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